lunes, 5 de enero de 2009

ya se acerca otelo







José Rafael Cibrián tiene una elegancia casi principesca. Sube la pendiente por el pasillo de la alfombra roja de El Nacional desde el proscenio hasta la puerta de la sala. Enfundado en un chal para guarecerse de las calamidades del aire acondicionado, deja lucir algunos anillos de piedras preciosas. En este trayecto lo custodia Junior, un ovejero alemán que replica los pasos de su amo y lo sigue con destreza por las butacas. Algunos asistentes intentan detenerlo en su ascenso, y él los elude con un ademán de su dedo índice. Como Otelo, el general venerado por sus soldados, Cibrián, director y emblema del musical argentino, se despoja de aquel halo infranqueable y se convierte en Pepe cuando habla de su dolor, y su trono se transforma en una butaca más. "Esta obra tiene mucha luz porque coincide con una depresión espantosa que casi me cuesta la vida", confiesa. El jueves estrenará Otelo , otra creación en conjunto con Angel Mahler, con quien ya lleva 26 años sobre los escenarios.
En la sala se respira entusiasmo. Pronto llegarán los trajes que diseñó René Diviú para los 80 actores. Mahler le dice a "don Osvaldo", su hermano, encargado de la isla de sonido, que baje el volumen, pues en la próxima pasada quiere sentir el color de las voces de modo más nítido. A Juan Rodó le colocan el micrófono, y un asistente le ajusta aún más el velcro que sostiene el aparato sobre su esternón. Mientras tanto, otro colaborador se ensaña con una banda transparente en su frente para disimular el inalámbrico. Rodó, delineado y maquillado como moro, hace un gesto de malestar y confiesa que no duele tanto colocarse la cinta adhesiva, pero sí retirarla.
Mahler aún debe retocar detalles de la partitura. El músico se siente seguro y confiesa que compuso una partitura original, tras haber sorteado la sombra de dos óperas precedentes de Otelo , la de Giuseppe Verdi y la de Gioacchino Rossini.
En aquel enjambre de bailarines, músicos, cantantes y asistentes, a pocos días del estreno, Cibrián no padece estrés. "Eso es para los desprolijos, yo conocía desde hace mucho cuál era la fecha del debut, así que llegamos holgados de tiempo." Aunque lamenta que aquella disciplina sea la culpable de las respuestas que adeuda en su correo electrónico desde que inauguró su propio blog . Shakespeare, a pura música
El estereotipo de Otelo habla de esta pieza como una tragedia sobre los celos. Sin embargo, Cibrián quiso darle otro matiz y ubicó el foco en la traición en una versión libre sobre la obra de William Shakespeare. En dos actos y 150 minutos de pura música, sin intervenciones habladas, la traición es el tema principal. "Yago es un hijo que se siente traicionado cuando su «padre», Otelo, lo abandona por Casio. Así surge una especie de Caín y Abel", explica Cibrián, sobre aquel personaje que la crítica considera el verdadero titiritero de los hilos de la trama.
Pero el protagonista de carne y hueso es Juan Rodó, el artista que festeja con este estreno diez años y seis obras junto con Cibrián y Mahler. El barítono habla sobre el desafío actoral que le impuso componer este personaje, porque Otelo tiene dos caras y se transformó de guerrero afable a una víctima de los peligros de confiar en el otro. "Termino destruido, devastado emocionalmente luego de cada función", cuenta Rodó, y compara su trabajo con el de un atleta.
La obra funciona con opuestos de modo reiterado, como la ira y la armonía; la pureza y el pecado; la traición y la confianza. Fue justamente la última virtud de esta dicotomía la que Cibrián y Mahler depositaron sobre Rodó. "Los tres nos parecemos en algo: en el desafío por autosuperarnos todo el tiempo", opina. Y el resto es bizcochuelo
Cibrián habla sobre la importancia que tiene contar una buena historia en esta época en la que abundan los musicales: "Lo importante es el bizcochuelo. Toda esa parafernalia, las frutillas, la crema, los confites no sirven si la masa no es rica".
Una de las puestas del género que Cibrián tanto conoce es de Eva, el gran musical argentino : "Nacha Guevara es una señora de una seriedad absoluta que deja la vida todas las noches sobre el escenario", dice el director.
Cibrián está indignado con el desembarco de El fantasma de la ó pera, el musical de Broadway, que tendrá como protagonista a una artista mexicana. "Ellos [por el equipo de producción norteamericano] son una franquicia, como McDonald´s. Están en su derecho de contratar a quien sea, pero que no digan que aquí no hay artistas inmensos, porque yo vivo de descubrir grandes talentos", se queja. Algunos de ellos son Daniel Vercelli, Diego Duarte, Georgina Frere, Lorena García Pacheco, Mercedes Benítez, Roberto Cuello y Sergio Carusso.

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